38-39 escucha tú toda oración o súplica hecha por cualquier persona –o por todo tu pueblo Israel– que al ver su desgracia y dolor extienda sus manos en oración hacia este templo. Escucha desde el cielo, desde el lugar donde habitas, y concede tu perdón; intervén y da a cada uno según merezcan sus acciones, pues solo tú conoces las intenciones y el corazón del hombre.