7 El rey de Israel contestó a Josafat:–Hay uno más, por medio del cual podemos consultar al Señor. Es Micaías, hijo de Imlá. Pero le aborrezco, porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre malas.Pero Josafat le dijo:–No digas eso.
8 En seguida el rey de Israel llamó a un oficial, y le ordenó:–¡Pronto, que venga Micaías, hijo de Imlá!
9 Tanto el rey de Israel como Josafat, el rey de Judá, tenían puesta su armadura y estaban sentados en sus tronos en la explanada a la entrada de Samaria, y todos los profetas caían en trance profético delante de ellos.
10 Sedequías, hijo de Quenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro y gritaba: “¡Así ha dicho el Señor: ‘Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta exterminarlos’!”
11 Todos los profetas anunciaban lo mismo. Decían al rey: “Ataca a Ramot de Galaad y obtendrás la victoria, pues el Señor va a entregarte la ciudad.”
12 El mensajero que había ido a llamar a Micaías, le dijo:–Todos los profetas, sin excepción, han dado una respuesta favorable al rey. Así pues, te ruego que hables como todos ellos y anuncies algo favorable.
13 Micaías le contestó:–¡Juro por el Señor que solo diré lo que mi Dios me ordene decir!