4 Y como al rey y a toda la comunidad les había parecido buena la propuesta,
5 decidieron hacer circular por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, la invitación para ir a celebrar en Jerusalén la Pascua del Señor, Dios de Israel. Porque antes no la habían celebrado con mucha asistencia, como estaba prescrito.
6 Así pues, salieron mensajeros por todo Israel y Judá con cartas del rey y de sus funcionarios, para proclamar la orden real: “Israelitas: volveos al Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, y él se volverá a vosotros, al resto que ha escapado de las manos de los reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros antepasados y vuestros hermanos, que por ser infieles al Señor Dios de sus antepasados, él los entregó a la destrucción, como estáis viendo.
8 Por consiguiente, no seáis tercos como vuestros antepasados; extended la mano al Señor para renovar el pacto y venid a su santuario, que él ha consagrado para siempre. Servid al Señor vuestro Dios y él dejará de estar enojado con vosotros.
9 Si os volvéis al Señor, los enemigos que ahora tienen prisioneros a vuestros hermanos y a vuestros hijos tendrán compasión de ellos y los dejarán volver a este país, porque el Señor, vuestro Dios, es compasivo y misericordioso, y no os rechazará si os volvéis a él.”
10 Los mensajeros recorrieron el territorio de Efraín y Manasés, yendo de ciudad en ciudad hasta llegar a Zabulón. Pero la gente se reía y se burlaba de ellos.