10 El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso.
11 Por eso, el Señor trajo contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, quienes apresaron con ganchos a Manasés, lo sujetaron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.
12 Pero cuando se halló en aflicción invocó al Señor su Dios, y se humilló profundamente ante el Dios de sus antepasados.
13 Y cuando oró, Dios le atendió, escuchó sus súplicas e hizo que volviera a Jerusalén a hacerse cargo de su reino. Entonces comprendió Manasés que el Señor es Dios.
14 Después de esto, Manasés construyó en la Ciudad de David, al oeste de Guihón, una muralla exterior que pasaba por el arroyo y llegaba a la puerta de los Pescados, para luego rodear a Ófel. La hizo de mucha altura. También puso mandos militares en todas las ciudades fortificadas de Judá.
15 Además quitó del templo del Señor los dioses extranjeros y el ídolo, así como todos los altares paganos que había construido en el monte del templo y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad.
16 Después reparó el altar del Señor, ofreció en él sacrificios de reconciliación y de acción de gracias, y ordenó a Judá que diera culto al Señor, Dios de Israel.