7 Derribó los altares, las imágenes de Asera y los ídolos, haciéndolos polvo, y destruyó todos los altares para el incienso en todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén.
8 En el año dieciocho de su reinado, después de haber purificado el país y el templo, Josías envió a Safán, hijo de Asalías, a Amasías, alcalde de la ciudad, y a su secretario Joah, hijo de Joacaz, a reparar el templo del Señor su Dios.
9 Entonces fueron estos a ver al sumo sacerdote Hilquías y le entregaron el dinero que había sido llevado al templo de Dios y que los levitas porteros habían recogido en Manasés y Efraín, de la gente que había quedado en Israel, lo mismo que de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de Jerusalén.
10 Luego se lo entregaron a los encargados de las obras del templo del Señor, para que ellos a su vez pagaran a los que trabajaban en la reparación del templo.
11 Entregaron el dinero a los carpinteros y maestros de obras, para que compraran piedra de cantería y madera para los amarres y para poner vigas a los edificios que los reyes de Judá habían dejado derruir.
12-13 Estos hombres hacían su trabajo fielmente, y los que estaban a su frente eran los levitas Jáhat y Abdías, descendientes de Merarí, y Zacarías y Mesulam, descendientes de Quehat, que eran los jefes. Ellos estaban también al frente de los cargueros y dirigían a todos los que trabajaban en la obra. Todos los levitas eran músicos, y algunos eran cronistas, comisarios o porteros.
14 Cuando sacaban el dinero que había sido llevado al templo del Señor, el sacerdote Hilquías encontró el libro de la ley del Señor dada por medio de Moisés.