4 y construyó altares en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su nombre en Jerusalén.
5 Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor y los dedicó a todos los astros del cielo.
6 Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de espíritus y la adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación.
7 También colocó en el templo del Señor una imagen de Asera; en el templo acerca del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: “Este templo de Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de mi nombre.
8 No volveré a arrojar a los israelitas de la tierra que di a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado y todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.”
9 Pero ellos no hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado delante de los israelitas.
10 Por lo tanto, el Señor habló por medio de sus siervos los profetas, y dijo: