2 El rey le preguntó:–¿Para qué traes esto?Y Sibá contestó:–Los asnos son para que monte en ellos la familia real; los panes y la fruta, para que coman los soldados, y el vino, para que beban los que se cansen en el desierto.
3 –¿Dónde está el nieto de tu amo? –preguntó el rey.–Se ha quedado en Jerusalén –respondió Sibá–, porque piensa que ahora los israelitas le devolverán el reino que le correspondía a su abuelo.
4 –Pues bien –contestó el rey–, ahora es tuyo todo lo que antes era de Mefi-bóset.–¡Ojalá cuente yo siempre con el favor de Su Majestad! –respondió Sibá, inclinándose ante el rey.
5 Cuando el rey David llegó a Bahurim, un hombre de la familia de Saúl salió de allí. Era hijo de Guerá y se llamaba Simí, e iba maldiciendo
6 y tirando piedras contra David y contra todos sus oficiales; y aunque el rey estaba protegido por la gente y por su guardia personal,
7 Simí lo maldecía diciendo:–¡Largo de aquí, malvado asesino!
8 ¡El Señor te ha castigado por todos los crímenes que cometiste contra la familia de Saúl para reinar en su lugar! ¡Ahora el Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, y aquí estás, víctima de tu propia maldad, pues no eres otra cosa que un asesino!