8 Cuando se encontraban cerca de la gran roca que está en Gabaón, Amasá les salió al encuentro. Joab llevaba puesta su ropa de batalla, ajustada con un cinturón, y llevaba al costado una espada envainada, la cual podía desenvainar con solo tirar hacia abajo.
9 Y mientras Joab cogía a Amasá por la barba con la mano derecha, para besarle, le preguntó:–¿Te ha ido bien, hermano?
10 Amasá no prestó atención a la espada que Joab llevaba en la mano. De pronto, Joab le hirió con ella en el vientre, y todas sus entrañas se derramaron por el suelo. Murió sin que Joab tuviera que rematarlo. Luego Joab y su hermano Abisai siguieron persiguiendo a Sebá, hijo de Bicrí.
11 Entonces uno de los soldados de Joab se puso al lado del cuerpo de Amasá, y dijo:–¡El que esté a favor de Joab y de David, que siga a Joab!
12 Pero Amasá seguía en medio del camino, revolcándose en su sangre; y viendo aquel soldado que toda la gente se detenía, hizo a Amasá a un lado del camino y lo tapó con una capa, pues se dio cuenta de que todos los que llegaban se quedaban parados junto a él.
13 Después de apartarlo del camino, pasaron todos los que andaban con Joab en persecución de Sebá.
14 Sebá pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maacá, y todos los descendientes de Bicrí se reunieron y entraron tras él en la ciudad.