22 por lo tanto, Señor mío, ¡qué grandeza la tuya! Porque no hay nadie como tú ni existe otro dios aparte de ti, según todo lo que nosotros mismos hemos oído.
23 En cuanto a Israel, tu pueblo, ¡no hay otro como él, pues es nación única en la tierra! Tú, oh Dios, lo liberaste para que fuera tu pueblo, y lo hiciste famoso haciendo por él cosas grandes y maravillosas. Tú arrojaste de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a las demás naciones y a sus dioses,
24 porque tú has determinado que Israel sea tu pueblo para siempre y que tú, Señor, serás su Dios.
25 “Así pues, Señor y Dios, mantén para siempre la promesa que has hecho a tu siervo y a su dinastía, y cumple lo que has dicho.
26 ¡Que tu nombre sea siempre engrandecido, y se diga que el Señor todopoderoso es el Dios de Israel! ¡Que la dinastía de David, tu siervo, se mantenga firme bajo tu protección!
27 Tú, Señor todopoderoso, me has hecho saber que vas a establecer mi dinastía; por eso yo, que solo soy tu siervo, me atrevo a hacerte esta súplica.
28 Tú, Señor, eres Dios, y tus palabras son verdaderas, y has prometido a tu siervo tanta bondad;