3 Un día se dijeron unos a otros: “Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos en el fuego.” Así, usaron ladrillos en lugar de piedras, y asfalto natural en lugar de mezcla.
4 Después dijeron: “Venid, vamos a construir una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo. De este modo nos haremos famosos y no tendremos que dispersarnos por toda la tierra.”
5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo,
6 y pensó: “Ellos son un solo pueblo y hablan un solo idioma; por eso han comenzado este trabajo, y ahora por nada del mundo van a dejar de hacerlo.
7 Es mejor que bajemos a confundir su idioma, para que no se entiendan entre sí.”
8 Así fue como el Señor los dispersó por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad.
9 En aquel lugar el Señor confundió el idioma de todos los habitantes de la tierra, y de allí los dispersó por todo el mundo. Por eso la ciudad se llamó Babel.