27 diciendo: “¡Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abraham, pues ha sido fiel y bondadoso con mi amo, y me ha dirigido en el camino a la casa de sus parientes!”
28 Rebeca fue corriendo a la casa de su madre, a contar todo lo que le había pasado.
29 Tenía ella un hermano llamado Labán, el cual corrió al pozo a buscar al hombre,
30 pues había visto el anillo y los brazaletes que su hermana llevaba en los brazos, y le había oído contar lo que el hombre le había dicho. Labán se acercó al siervo de Abraham, que todavía estaba con los camellos junto al pozo,
31 y le dijo:–Ven, bendito del Señor. ¡Cómo vas a quedarte aquí afuera! Ya he preparado la casa y un lugar para los camellos.
32 Entonces el siervo fue a la casa. Allí Labán descargó los camellos y les dio de comer, y luego trajo agua para que el siervo y sus compañeros se lavaran los pies.
33 Cuando le trajeron de comer, el siervo de Abraham dijo:–Yo no podría comer antes de haber dicho lo que tengo que decir.–Habla –contestó Labán.