17 que te dijéramos: ‘Por favor, te pido que perdones la maldad y pecado de tus hermanos, que tan mal te trataron.’ Por eso te rogamos que perdones nuestra maldad, pues somos siervos del Dios de tu padre.”Mientras los mensajeros le daban este mensaje, José lloraba.
18 Entonces llegaron sus propios hermanos, se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente, y le dijeron:–Aquí nos tienes. Somos tus esclavos.
19 Pero José les contestó:–No tengáis miedo. Yo no puedo ponerme en lugar de Dios.
20 Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien para hacer lo que hoy vemos: para salvar la vida de mucha gente.
21 Así que no tengáis miedo. Yo os daré de comer a vosotros y a vuestros hijos.Así José los tranquilizó, pues les habló con mucho cariño.
22 José y la familia de su padre siguieron viviendo en Egipto. José vivió ciento diez años,
23 y llegó a ver a los bisnietos de Efraín. También alcanzó a recibir como miembros de la familia a los hijos de su nieto Maquir, que era hijo de Manasés.