8 Y cuando él terminó de decir lo que el Señor le había ordenado, los sacerdotes, los profetas y el pueblo le echaron mano y le dijeron: “¡Vas a morir!
9 ¿Cómo te atreves a decir en nombre del Señor que este templo quedará como el de Siló, y que esta ciudad será destruida y quedará sin habitantes?” Y todo el pueblo se agolpó en el templo, alrededor de Jeremías.
10 Los jefes de Judá, al oir lo que pasaba, fueron del palacio del rey al templo, y allí, en la puerta Nueva, se sentaron.
11 Entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: “Este hombre debe ser condenado a muerte, porque ha hablado contra esta ciudad. Vosotros lo oísteis con vuestros propios oídos.”
12 Jeremías se dirigió a los jefes y al pueblo y les dijo: “El Señor fue quien me envió a hablar en su nombre, y a decir contra este templo y esta ciudad todo lo que habéis oído.
13 Mejorad vuestra conducta y vuestras acciones, obedeced al Señor vuestro Dios y él no os enviará las calamidades que os ha anunciado.
14 En cuanto a mí, estoy en vuestras manos; haced conmigo lo que os parezca.