18 Al ver el sacerdote que los cinco entraban en casa de Micaías y tomaban el ídolo, el efod y los dioses familiares, les dijo:–¿Qué estáis haciendo?
19 Ellos le contestaron:–¡Cállate y ven con nosotros! ¡Queremos que nos sirvas como sacerdote y que seas como un padre para nosotros! ¿No te parece que es mejor ser sacerdote de toda una tribu de Israel, que de la familia de un solo hombre?
20 Esto le gustó al sacerdote, y tomando el ídolo, el efod y los dioses familiares, se fue con los danitas,
21 los cuales se pusieron nuevamente en marcha, con los niños, el ganado y sus posesiones al frente.
22 Ya habían caminado bastante, cuando Micaías y sus vecinos se juntaron y salieron a perseguirlos.
23 Al oir los gritos de los que les perseguían, los danitas se volvieron y preguntaron a Micaías:–¿Qué te pasa? ¿Por qué nos gritas tanto?
24 Micaías les respondió:–Así que os lleváis mis dioses, que yo había hecho, y os lleváis también a mi sacerdote, y me dejáis sin nada, ¿y todavía os atrevéis a preguntarme qué me pasa?