3 El Señor se sentará a purificar a los sacerdotes, los descendientes de Leví, como quien purifica la plata y el oro en el fuego. Después ellos podrán presentar su ofrenda al Señor, tal como deben hacerlo.
4 El Señor se alegrará entonces de la ofrenda de Judá y Jerusalén, igual que se alegraba de ella en otros tiempos.
5 El Señor todopoderoso dice: “Yo vendré a juzgaros. Y al mismo tiempo seré testigo contra los que practican la magia, los que cometen adulterio, los que juran en falso, los que oprimen a los trabajadores, a las viudas y a los huérfanos, los que tratan mal a los extranjeros y los que me faltan al respeto.
6 “Yo soy el Señor. No he cambiado. Y por eso vosotros, descendientes de Jacob, no habéis sido aniquilados.
7 Vosotros os habéis apartado de mis preceptos como se apartaron vuestros antepasados, y no habéis querido obedecerlos. Yo, el Señor todopoderoso, os digo: ¡Volveos a mí y yo me volveré a vosotros! Pero vosotros decís: ‘¿Por qué hemos de volvernos a ti?’
8 Y yo pregunto: ¿Acaso un hombre puede defraudar a Dios? ¡Pues vosotros me habéis defraudado! Y todavía preguntáis: ‘¿En qué te hemos defraudado?’ ¡En los diezmos y en las ofrendas me habéis defraudado!
9 Sí, toda la nación, todos vosotros, me estáis defraudando, y por eso voy a maldeciros. Yo, el Señor todopoderoso, os digo: