27 Maluc, Harim y Baaná.
28 En cuanto a los demás ciudadanos, es decir, sacerdotes, levitas, porteros, cantores, sirvientes del templo y aquellos que, junto con sus mujeres y todos sus hijos e hijas en uso de razón, se habían separado de la gente de la región para cumplir con la ley de Dios,
29 se unieron a sus parientes y a sus jefes, y juraron conducirse según la ley que Dios había dado por medio de su siervo Moisés, y cumplir fielmente todos los mandamientos, decretos y leyes de nuestro Señor.
30 Por lo tanto, no daríamos en casamiento nuestras hijas a las gentes del país ni aceptaríamos que sus hijas se casaran con nuestros hijos.
31 Y cuando las gentes del país vinieran en sábado a vender sus productos y toda clase de granos, no les compraríamos nada, ni en sábado ni en ningún otro día festivo; así mismo, en el séptimo año renunciaríamos a las cosechas y perdonaríamos las deudas.
32 También decidimos imponernos la obligación de contribuir cada año con cuatro gramos de plata para cubrir los gastos del servicio del templo de nuestro Dios:
33 para el pan de la Presencia, las ofrendas diarias de cereales, los holocaustos diarios, los sacrificios de los sábados o de los días de luna nueva y de las otras fiestas religiosas; para las ofrendas en general y los sacrificios para obtener el perdón por los pecados de Israel; en resumen, para todo el culto en el templo de nuestro Dios.