8 y todos juntos hicieron un plan para atacar Jerusalén y causar destrozos en ella.
9 Entonces oramos a nuestro Dios, y pusimos guardia día y noche para defendernos de ellos.
10 Y la gente de Judá decía: “La fuerza del cargador desmaya ante tal cantidad de escombros, y nosotros somos incapaces de reconstruir esta muralla.”
11 Nuestros enemigos pensaban que no nos daríamos cuenta ni veríamos nada hasta que se metieran en medio de nosotros para matarnos y detener las obras.
12 Pero cuando los judíos que vivían cerca de ellos vinieron a decirnos una y otra vez que aquella gente iba a atacarnos por todas partes,
13 ordené que la gente se pusiera por familias detrás de la muralla, en las partes bajas y en las brechas, con espadas, lanzas y arcos.
14 Y viendo que tenían miedo, me puse en pie y dije a los nobles, a los gobernantes y al resto del pueblo: “No les tengáis miedo. Recordad que el Señor es grande y terrible, y luchad por vuestros compatriotas, por vuestros hijos, hijas, mujeres y hogares.”