5 Entonces Sambalat, por medio de un criado suyo, me envió por quinta vez el mismo mensaje en una carta abierta,
6 que decía: “Corre el rumor entre la gente, y también lo dice Guésem, de que tú y los judíos estáis planeando una rebelión, y que por eso estáis reconstruyendo la muralla. Según esos rumores, tú vas a ser su rey
7 y has nombrado profetas para que te proclamen rey en Jerusalén y digan que ya hay rey en Judá. Estos rumores bien pueden llegar a oídos del rey Artajerjes, así que ven y conversaremos personalmente.”
8 Entonces le envié mi contestación, diciéndole que no había nada de cierto en aquellos rumores, sino que eran producto de su imaginación.
9 Pues ellos trataban de asustarnos, pensando que nos desanimaríamos y que no llevaríamos a cabo la obra; pero yo puse aún mayor empeño.
10 Después fui a casa de Semaías, hijo de Delaía y nieto de Mehetabel, que se había encerrado en su casa. Él me dijo: “Reunámonos en el templo de Dios, dentro del santuario, y cerremos las puertas, porque esta noche piensan venir a matarte.”
11 Pero yo le respondí: “Los hombres como yo, no huyen ni se meten en el templo para salvar el pellejo. Yo, al menos, no me meteré.”