30 Durante muchos años tuviste paciencia con ellos y les hiciste advertencias por medio de tu espíritu y de tus profetas; pero no hicieron caso, y por eso los entregaste al dominio de las naciones de la tierra.
31 Sin embargo, por tu gran compasión, no los destruiste del todo ni los abandonaste; porque tú eres un Dios tierno y compasivo.
32 “Por tanto, Dios nuestro, Dios grande, poderoso y terrible, que mantienes tu pacto y tu gran amor, no tengas en poco todas las calamidades que han caído sobre nuestros reyes, jefes, sacerdotes y profetas, sobre nuestros antepasados, y sobre todo el pueblo, desde el tiempo de los reyes de Asiria hasta el presente.
33 No obstante, tú estás limpio de culpa en todo lo que nos ha sucedido; pues has actuado con fidelidad, en tanto que nosotros hemos hecho lo malo.
34 Ni nuestros reyes, jefes y sacerdotes, ni nuestros antepasados, cumplieron tu ley ni hicieron caso de tus mandamientos y de las advertencias que les hiciste.
35 Por el contrario, en su reino, y a pesar de los muchos bienes que les diste y del país grande y fértil que les entregaste, no te rindieron culto ni abandonaron sus malas acciones.
36 “Míranos hoy, convertidos en esclavos precisamente en el país que diste a nuestros antepasados para que se alimentaran de sus productos y bienes.