8 Si el Señor nos favorece, nos ayudará a entrar en esa tierra y nos la dará. Es un país donde la leche y la miel corren como el agua.
9 Pero no os rebeléis contra el Señor ni tengáis miedo a la gente de ese país, porque ellos van a ser pan comido para nosotros; a ellos no hay quien los proteja, mientras que nosotros tenemos de nuestra parte al Señor. ¡No tengáis miedo!
10 A pesar de todo, la gente quería apedrearlos. Entonces la gloria del Señor se apareció en la tienda del encuentro, a la vista de todos los israelitas,
11 y el Señor dijo a Moisés:–¿Hasta cuándo va a seguir menospreciándome este pueblo? ¿Hasta cuándo van a seguir dudando de mí, a pesar de los milagros que he hecho entre ellos?
12 Les voy a enviar una epidemia mortal que les impida tomar posesión de esa tierra; en cambio, de ti haré un pueblo más grande y más fuerte que ellos.
13 Pero Moisés respondió al Señor:–Tú, con tu poder, sacaste de Egipto a este pueblo. Cuando los egipcios sepan lo que vas a hacer,
14 se lo contarán a los habitantes del país de Canaán. Ellos también han oído decir que tú, Señor, estás en medio de este pueblo, que te dejas ver cara a cara, que tu nube está sobre ellos, y que de día vas delante de ellos en una columna de nubes y de noche en una columna de fuego.