3 Todos ellos se reunieron, se enfrentaron con Moisés y Aarón, y les dijeron:–¡Basta ya de privilegios! Todo el pueblo ha sido consagrado por Dios, y el Señor está con todos nosotros. ¿Por qué vosotros os levantáis como autoridad suprema sobre el pueblo del Señor?
4 Al oir esto, Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente,
5 y dijo a Coré y a los que le seguían:–Mañana por la mañana el Señor hará saber quién le pertenece y quién le está consagrado y puede presentarle las ofrendas. Solo podrá presentarle ofrendas aquel a quien él escoja.
6 Haced lo siguiente: traed los incensarios de Coré y sus compañeros,
7 ponedles brasas, echadles incienso y colocadlos mañana delante del Señor. El hombre a quien el Señor escoja, es el que le está consagrado. ¡Y basta ya, levitas!
8 Luego dijo Moisés a Coré:–Oídme, levitas:
9 ¿Os parece poco que el Dios de Israel os haya escogido de entre el pueblo de Israel, y que estéis cerca de él y os ocupéis de los oficios del santuario del Señor y prestéis este servicio al pueblo?