23 o, sin fijarse, lanza una piedra que pueda causar la muerte, y la piedra le cae encima y lo mata no siendo ellos enemigos ni queriendo él hacerle daño,
24 entonces el pueblo actuará como juez entre el que causó la muerte y el pariente que quiera vengar a la víctima, según estas reglas.
25 El pueblo deberá proteger de la venganza del pariente al que causó la muerte, y hará que vuelva a la ciudad de refugio donde había buscado refugio. El homicida deberá quedarse allí hasta que muera el sumo sacerdote debidamente consagrado.
26 Pero si sale del territorio de la ciudad de refugio,
27 el pariente de la víctima no cometerá ningún crimen si lo encuentra fuera y lo mata.
28 El homicida deberá quedarse en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Después podrá volver a su tierra.
29 “Estas disposiciones serán para vosotros una ley que pasará de padres a hijos, dondequiera que viváis.