16 Y aun dejad caer algunas espigas de vuestros propios manojos, para que ella las recoja. ¡Que nadie la moleste!
17 Rut recogió espigas en el campo de Booz hasta que llegó la noche. Y lo recogido por ella dio, al desgranarlo, más de veinte kilos de cebada.
18 Regresó entonces a la ciudad, cargada con el grano, y fue a mostrárselo a su suegra. Después sacó lo que le había sobrado de la comida y se lo dio a Noemí.
19 –¿Dónde trabajaste hoy? –le preguntó Noemí–. ¿Dónde recogiste tantas espigas? ¡Bendito sea el que te ha ayudado de esa manera!Rut contó a su suegra con quién había estado trabajando.–El hombre con quien he trabajado se llama Booz –le dijo.
20 Noemí le contestó:–¡Que el Señor le bendiga! Él ha sido bondadoso con nosotras ahora, como antes lo fue con los que ya han muerto. Ese hombre es pariente cercano nuestro, y por eso es uno de los que tienen el deber de protegernos.
21 Rut añadió:–También me dijo que siga trabajando con sus criadas hasta que se termine la siega.
22 Entonces Noemí respondió a su nuera:–Hija mía, me parece bien que te quedes con sus criadas y que no vayas a ningún otro campo, para que nadie te moleste.