34 Volved al buen juicio y no pequéis, pues algunos de vosotros no conocen a Dios. Digo esto para que os avergoncéis.
35 Tal vez alguno preguntará: “¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?”
36 ¡La pregunta es tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir para que tome vida la planta.
37 Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino un simple grano, sea de trigo o de otra cosa.
38 Después Dios le da la forma que quiere, y a cada semilla le da el cuerpo que le corresponde.
39 No todos los cuerpos son iguales, sino que uno es el cuerpo del hombre, otro el de los animales, otro el de las aves y otro el de los peces.
40 Del mismo modo, hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero una es la hermosura de los cuerpos celestes y otra la hermosura de los terrestres.