9 Pero vosotros sois una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, destinado a anunciar las obras maravillosas de Dios, que os llamó a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.
10 Antes, ni siquiera erais pueblo, pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión, pero ahora tiene compasión de vosotros.
11 Queridos hermanos, os ruego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no deis lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma.
12 Conducíos bien entre los que no conocen a Dios. Así ellos, aunque ahora hablen contra vosotros como si fuerais malhechores, verán el bien que hacéis y alabarán a Dios el día en que él pida cuentas a todos.
13 Por causa del Señor, someteos a toda autoridad humana: sea al emperador, como la más alta autoridad,
14 sea a los gobernantes que Dios envía para castigar a los malhechores y honrar a los que hacen el bien.
15 Porque Dios quiere que hagáis el bien, para que los ignorantes y los tontos no tengan nada que decir en contra vuestra.