3 Como ya te rogué al irme a la región de Macedonia, quédate en Éfeso, para ordenar a ciertas personas que no enseñen ideas falsas
4 ni presten atención a cuentos y cuestiones interminables acerca de los antepasados. Estas cosas solo sirven para discutir y no ayudan a aceptar con fe el plan de Dios.
5 El propósito de esa orden es que nos amemos unos a otros con el amor que proviene de un corazón limpio, de una buena conciencia y de una fe sincera.
6 Algunos se han desviado de esto y se han perdido en inútiles discusiones.
7 Quieren ser maestros de la ley de Dios, cuando ni siquiera entienden lo que ellos mismos dicen ni lo que enseñan con tanta seguridad.
8 Sabemos que la ley es buena, si se usa de ella conforme al propósito que tiene.
9 Hay que recordar que ninguna ley está hecha para quienes practican el bien. La ley está hecha para castigar a los rebeldes y desobedientes, a los malvados y pecadores, a los que no respetan a Dios ni a la religión, a los que matan a su padre o a su madre, a todos los asesinos,