1 Queridos hermanos, estas son las promesas que tenemos. Por eso debemos mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos ya sea el cuerpo o el espíritu. Y en el temor de Dios debemos consagrarnos completamente a él.
2 ¡Hacednos sitio en vuestro corazón! Con nadie hemos sido injustos, a nadie hemos hecho daño y a nadie hemos explotado.
3 No digo esto para criticaros, porque, como ya os dije antes, os llevo en mi corazón para vivir juntos y morir juntos.
4 Tengo mucha franqueza para hablaros y me siento muy orgulloso de vosotros. En medio de todo lo que sufrimos me encuentro muy animado y lleno de gozo.
5 Desde que llegamos a Macedonia no hemos tenido ningún descanso, sino que en todas partes hemos encontrado dificultades: luchas a nuestro alrededor y temores en nuestro interior.
6 Pero Dios, que anima a los desanimados, nos animó con la llegada de Tito,