3 No digo esto para criticaros, porque, como ya os dije antes, os llevo en mi corazón para vivir juntos y morir juntos.
4 Tengo mucha franqueza para hablaros y me siento muy orgulloso de vosotros. En medio de todo lo que sufrimos me encuentro muy animado y lleno de gozo.
5 Desde que llegamos a Macedonia no hemos tenido ningún descanso, sino que en todas partes hemos encontrado dificultades: luchas a nuestro alrededor y temores en nuestro interior.
6 Pero Dios, que anima a los desanimados, nos animó con la llegada de Tito,
7 y no solo con su llegada sino también con los ánimos que traía a causa vuestra. Nos habló de lo mucho que deseáis vernos y de vuestra tristeza y preocupación por mí. Todo ello aumentó mi alegría.
8 Aunque la carta que os escribí os entristeció, ahora no lo lamento. Si antes lo lamenté viendo que aquella carta os había entristecido por un poco de tiempo,
9 ahora me alegro, no por la tristeza que os causó, sino porque esa tristeza hizo que volvierais a Dios. Soportasteis la tristeza de una manera que agrada a Dios, así que no os hicimos ningún daño;