17 Lo vimos cuando Dios Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le habló de aquella gloriosa manera: “Este es mi Hijo amado, a quien he elegido.”
18 Nosotros mismos oímos aquella voz que venía del cielo, pues estábamos con el Señor en el monte sagrado.
19 Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón tenéis en cuenta. Ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbraros el corazón.
20 Pero ante todo tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse según el personal parecer de cada cual,
21 porque los profetas nunca hablaron por su propia voluntad. Al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, movidos por el Espíritu Santo.