2 Luego oí un sonido que venía del cielo; era como el sonido de una cascada, como el retumbar de un fuerte trueno; era un sonido como el de muchos arpistas tocando sus arpas.
3 Cantaban un nuevo canto delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra.
4 Estos son vírgenes, no se contaminaron con mujeres; son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron salvados de entre los hombres como primera ofrenda para Dios y para el Cordero.
5 No se encontró ninguna mentira en sus labios, pues son intachables.
6 Vi otro ángel, que volaba en lo alto del cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos.
7 Decía con fuerte voz: “Temed a Dios y dadle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.”
8 Le siguió un segundo ángel, que decía: “¡Cayó, cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!”