2 Allí hicieron una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él.
3 María, tomando unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, perfumó los pies de Jesús y luego los secó con sus cabellos. Toda la casa se llenó del aroma del perfume.
4 Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, aquel que iba a traicionar a Jesús, dijo:
5 –¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios, para ayudar a los pobres?
6 Pero Judas no dijo esto porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba del que allí ponían.
7 Jesús le dijo:–Déjala, porque ella estaba guardando el perfume para el día de mi entierro.
8 A los pobres siempre los tendréis entre vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.