1 “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.
2 Si uno de mis sarmientos no da fruto, lo corta; pero si da fruto, lo poda y lo limpia para que dé más.
3 Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado.
4 Seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros. Un sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. De igual manera, vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí.
5 “Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer.
6 El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego.
7 “Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará.