22 Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:–Recibid el Espíritu Santo.
23 A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.
24 Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
25 Después le dijeron los otros discípulos:–Hemos visto al Señor.Tomás les contestó:–Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
26 Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:–¡Paz a vosotros!
27 Luego dijo a Tomás:–Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
28 Tomás exclamó entonces:–¡Mi Señor y mi Dios!