30 “Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo según el Padre me ordena, y mi juicio es justo, porque no trato de hacer mi voluntad sino la voluntad del Padre, que me ha enviado.
31 Si yo diera testimonio en favor mío, mi testimonio no valdría como prueba;
32 pero hay otro que da testimonio en mi favor, y me consta que su testimonio sí vale como prueba.
33 Vosotros enviasteis a preguntarle a Juan, y lo que él respondió es cierto.
34 Pero yo no dependo del testimonio de ningún hombre; solo digo esto para que vosotros podáis ser salvos.
35 Juan era como una lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis gozar de su luz un poco de tiempo.
36 Pero tengo a mi favor un testimonio de más valor que el de Juan. Lo que yo hago, que es lo que el Padre me encargó que hiciera, prueba que de veras el Padre me ha enviado.