37 Y sin dejar que nadie le acompañara, aparte de Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago,
38 se dirigió a casa del jefe de la sinagoga. Allí, al ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba,
39 entró y les dijo:–¿Por qué alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.
40 La gente se burlaba de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a los que le acompañaban, entró donde estaba la niña.
41 La tomó de la mano y le dijo:–Talita, cum (que significa: “Muchacha, a ti te digo: levántate”).
42 Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy impresionada.
43 Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.