20 No seréis vosotros quienes habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
21 “Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a sus hijos; y los hijos se levantarán contra sus padres, y los matarán.
22 Todo el mundo os odiará por causa mía, pero el que permanezca firme hasta el fin, será salvo.
23 Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, pues os aseguro que el Hijo del hombre vendrá antes que hayáis recorrido todas las ciudades de Israel.
24 “Ningún discípulo es más que su maestro y ningún criado es más que su amo.
25 El discípulo debe conformarse con llegar a ser como su maestro, y el criado, como su amo. Si al jefe de la casa llaman Beelzebú, ¿cómo llamarán a los miembros de su familia?
26 “No tengáis, pues, miedo a la gente. Porque nada hay secreto que no llegue a descubrirse ni nada oculto que no llegue a conocerse.