3 Por lo tanto, obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra.
4 Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo.
5 Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras, y vestir ropas con grandes borlas.
6 Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas,
7 ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros.
8 “Pero vosotros no os hagáis llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro.
9 Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo.