3 Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que le habían condenado, tuvo remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos,
4 diciéndoles:–He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente.Pero ellos le contestaron:–¿Y qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya!
5 Entonces Judas arrojó las monedas en el templo, y fue y se ahorcó.
6 Los jefes de los sacerdotes recogieron aquel dinero y dijeron:–Este dinero está manchado de sangre. No podemos ponerlo en el tesoro del templo.
7 Así que tomaron el acuerdo de comprar con él un terreno llamado “Campo del Alfarero”, y destinarlo a cementerio para extranjeros.
8 Por eso, aquel terreno se sigue llamando hasta el día de hoy “Campo de Sangre”.
9 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: “Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto,