8 Por eso, aquel terreno se sigue llamando hasta el día de hoy “Campo de Sangre”.
9 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: “Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que los israelitas le habían puesto,
10 y con ellas compraron el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.”
11 Jesús fue llevado ante el gobernador, que le preguntó:–¿Eres tú el Rey de los judíos?–Tú lo dices –contestó Jesús.
12 Mientras los jefes de los sacerdotes y los ancianos le acusaban, Jesús no respondía nada.
13 Por eso, Pilato le preguntó:–¿No oyes todo lo que están diciendo contra ti?
14 Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra, de manera que el gobernador se quedó muy extrañado.