1 Yo, Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saludo a las doce tribus de Israel esparcidas por todo el mundo.
2 Hermanos míos, debéis teneros por muy dichosos cuando os veáis sometidos a cualquier clase de pruebas.
3 Pues ya sabéis que cuando vuestra fe es puesta a prueba, aprendéis a soportar con fortaleza el sufrimiento.
4 Pero procurad que esa fortaleza os lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que os falte nada.
5 Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios y él se la dará; pues Dios da a todos, sin limitaciones y sin hacer reproches.
6 Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento lleva de un lado a otro.
7 Quien es así no crea que va a recibir nada del Señor,