38 Luego hizo Saúl que vistieran a David con la misma ropa que él usaba, y que le pusieran un casco de bronce en la cabeza y lo cubrieran con una coraza.
39 Finalmente, David se colgó la espada al cinto, sobre su ropa, y trató de andar así, porque no estaba acostumbrado a todo aquello. Pero en seguida le dijo a Saúl:—No puedo andar con esto encima, porque no estoy acostumbrado a ello.Entonces se quitó todo aquello,
40 tomó su bastón, escogió cinco piedras lisas del arroyo, las metió en la bolsa que traía consigo y, con su honda en la mano, se enfrentó con el filisteo.
41 El filisteo, a su vez, se acercaba poco a poco a David. Delante de él iba su ayudante.
42 Cuando el filisteo miró a David, y vio que era joven, de piel sonrosada y bien parecido, no lo tomó en serio,
43 sino que le dijo:—¿Acaso soy un perro, para que vengas a atacarme con palos?Y en seguida maldijo a David en nombre de su dios.
44 Además le dijo:—¡Ven aquí, que voy a dar tu carne como alimento a las aves del cielo y a las fieras!