10 Al día siguiente, el espíritu maligno mandado por Dios se apoderó de Saúl, y éste se puso como loco dentro de su palacio. David estaba tocando el arpa, como de costumbre, y Saúl tenía su lanza en la mano.
11 De pronto Saúl levantó la lanza con la intención de clavar a David en la pared, pero David esquivó a Saúl dos veces.
12 Saúl tenía miedo de David, porque el Señor ayudaba a David pero ya no lo ayudaba a él.
13 Por eso lo retiró de su lado y lo nombró comandante de un batallón, al frente del cual salía a campaña y volvía.
14 Y como el Señor lo ayudaba, David tenía éxito en todo lo que hacía.
15 Por eso Saúl tenía miedo de él, al ver cómo prosperaba.
16 Pero todos en Israel y Judá querían a David, porque él era quien los dirigía cuando salían a campaña y volvían.