23 A continuación, Jehú y Jonadab entraron en el templo de Baal, y Jehú dijo a los adoradores de Baal:—Procuren que no haya entre ustedes ninguno de los adoradores del Señor, sino sólo adoradores de Baal.
24 Los adoradores de Baal entraron en el templo para ofrecer sacrificios y holocaustos. Mientras tanto, Jehú puso ochenta hombres afuera, y les advirtió:—Quien deje escapar a alguno de los hombres que he puesto en sus manos, lo pagará con su vida.
25 Y al terminar Jehú de ofrecer el holocausto, ordenó a los guardias y oficiales:—¡Entren y mátenlos! ¡Que no escape ninguno!Los hombres de Jehú los mataron a filo de espada, y luego los arrojaron de allí. Después entraron en el santuario del templo de Baal,
26 y sacaron los troncos sagrados y los quemaron.
27 Derribaron también el altar y el templo de Baal, y lo convirtieron todo en un muladar, que existe hasta el presente.
28 Así Jehú eliminó de Israel a Baal.
29 Sin embargo, no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a los israelitas, pues siguió rindiendo culto a los becerros de oro que había en Dan y en Betel.