10 Pero Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra.»
11 Naamán se enfureció, y se fue diciendo:—Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra.
12 ¿No son los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme en ellos y quedar limpio?Y muy enojado se fue de allí.
13 Pero sus criados se acercaron a él y le dijeron:—Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habría hecho usted? Pues con mayor razón si sólo le ha dicho que se lave usted y quedará limpio.
14 Naamán fue y se sumergió siete veces en el Jordán, según se lo había ordenado el profeta, y su carne se volvió como la de un jovencito, y quedó limpio.
15 Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a Eliseo. Al llegar ante él, Naamán le dijo:—¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino sólo en Israel! Por lo tanto, te ruego que aceptes un regalo de este servidor tuyo.
16 Pero Eliseo le contestó:—Juro por el Señor, que me está viendo, que no lo aceptaré.Y aunque Naamán insistió, Eliseo se negó a aceptarlo.