4 Naamán fue y le contó a su rey lo que había dicho aquella muchacha.
5 Y el rey de Siria le respondió:—Está bien, ve, que yo mandaré una carta al rey de Israel.Entonces Naamán se fue. Tomó treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de ropa,
6 y le llevó al rey de Israel la carta, que decía: «Cuando recibas esta carta, sabrás que envío a Naamán, uno de mis oficiales, para que lo sanes de su lepra.»
7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó la ropa en señal de aflicción y dijo:—¿Acaso soy Dios, que da la vida y la quita, para que éste me mande un hombre a que lo cure de su lepra? ¡Fíjense bien y verán que está buscando un pretexto contra mí!
8 Al enterarse el profeta Eliseo de que el rey se había rasgado la ropa por aquella carta, le mandó a decir: «¿Por qué te has rasgado la ropa? Que venga ese hombre a verme, y sabrá que hay un profeta en Israel.»
9 Naamán fue, con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo.
10 Pero Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra.»