11 Judá es infiel a Dios, y se cometen acciones horribles en Jerusalén y en Israel. Judá ha violado la santidad del templo que el Señor ama, y los hombres de Judá han tomado por esposas mujeres que adoran a dioses falsos.
12 ¡Ojalá el Señor borre de nuestra nación a quienes hacen tales cosas, sean quienes sean y aunque traigan ofrendas al Señor todopoderoso!
13 Pero ustedes aún hacen más: inundan de lágrimas el altar del Señor, y lloran con grandes lamentos porque el Señor ya no acepta con gusto sus ofrendas.
14 ¿Y aún preguntan ustedes por qué? Pues porque el Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer con quien te casaste cuando eras joven. ¡Era tu compañera, y tú le prometiste fidelidad!
15 ¿Acaso no es un mismo Dios el que ha hecho el cuerpo y el espíritu? ¿Y qué requiere ese Dios sino descendientes que le sean consagrados? ¡Cuiden ustedes, pues, de su propio espíritu, y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa de su juventud!
16 El Señor Dios de Israel, el todopoderoso, dice: «¡Cuiden, pues, de su propio espíritu, y no sean infieles; pues yo aborrezco al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa maldad!»
17 El Señor ya está cansado de escucharles; y todavía ustedes preguntan: «¿Qué hemos dicho para que se haya cansado de escucharnos?» Pues ustedes han dicho que al Señor le agradan los que hacen lo malo, y que está contento con ellos. ¡Ustedes no creen que Dios sea justo!