2 Balac, hijo de Sipor, se fijó en lo que los israelitas habían hecho con los amorreos.
3 También la gente de Moab se llenó de miedo al ver que los israelitas eran tan numerosos.
4 Entonces dijo la gente de Moab a los ancianos de Madián: «Toda esta gente va a acabar con nuestra tierra, como un buey acaba con el pasto del campo.»Por aquel tiempo Balac era rey de Moab,
5 y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, quien se encontraba en Petor, junto al río Éufrates, en el país de Amav. Balac ordenó a sus mensajeros que dijeran a Balaam: «De Egipto ha venido un pueblo que se ha extendido por todo el país, y ahora se ha establecido delante de mí.
6 Ven en seguida y maldice a este pueblo por mí, pues es más fuerte que nosotros. Quizá así pueda yo derrotarlos y expulsarlos del país. Yo sé que tus bendiciones y tus maldiciones siempre se cumplen.»
7 Los ancianos de Moab y de Madián se fueron con dinero en la mano para pagar las maldiciones, y al llegar a donde estaba Balaam le dieron el mensaje de parte de Balac.
8 Y Balaam les dijo:—Quédense aquí esta noche, y yo les responderé según lo que el Señor me ordene.Y los ancianos de Moab se quedaron con él.