10 Son como el polvo; ¿quién puede contarlos?¿Quién puede saber su número?¡Ojalá muera yo como esos hombres justos,y sea mi fin como el de ellos!»
11 Entonces Balac le reclamó a Balaam:—¿Qué estás haciendo? Yo te traje para que maldijeras a mis enemigos, y tú te has puesto a bendecirlos.
12 Y Balaam contestó:—Habíamos quedado en que yo diría solamente lo que el Señor pusiera en mis labios.
13 Pero Balac insistió:—Ven conmigo a otra parte, desde donde sólo podrás ver los alrededores del campamento, pero no el campamento completo. Maldícemelos desde allí.
14 Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofim, en la cumbre del monte Pisgá, donde construyó siete altares y sacrificó en cada uno un becerro y un carnero.
15 Allí Balaam dijo a Balac:—Quédate aquí, junto al sacrificio, mientras yo voy a encontrarme con Dios.
16 El Señor salió al encuentro de Balaam y puso en sus labios lo que tenía que decir. Además le dijo:—Regresa a donde está Balac y dile lo mismo que yo te he dicho.