7 ¿Acaso no son éstas las mismas palabras que el Señor pronunció por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba en paz y llena de gente, y lo estaban también las ciudades de alrededor, y las regiones del Négueb y la llanura?
8 El Señor se dirigió al profeta Zacarías, y le dijo:
9 «Esto es lo que yo ordeno: Sean ustedes rectos en sus juicios, y bondadosos y compasivos unos con otros.
10 No opriman a las viudas, ni a los huérfanos, ni a los extranjeros, ni a los pobres. No piensen en cómo hacerse daño unos a otros.»
11 Pero el pueblo se negó a obedecer. Todos volvieron la espalda y se hicieron los sordos.
12 Endurecieron su corazón como el diamante, para no escuchar la enseñanza y los mandatos que el Señor todopoderoso comunicó por su espíritu, por medio de los antiguos profetas.Por eso el Señor se enojó mucho,
13 y dijo: «Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando ellos me invoquen.