6 para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, en quien todo tiene su origen y para quien nosotros existimos. Y hay también un solo Señor, Jesucristo, por quien todas las cosas existen, incluso nosotros mismos.
7 Pero no todos conocen la verdad. Algunos que estaban acostumbrados a adorar ídolos, todavía comen de esos alimentos pensando que fueron ofrecidos a los dioses; y su conciencia, que es débil, los hace sentirse contaminados por el ídolo.
8 Claro que el que Dios nos acepte no depende de lo que comamos; pues no vamos a ser mejores por comer, ni peores por no comer.
9 Pero eviten que esa libertad que ustedes tienen haga caer en pecado a los que son débiles en su fe.
10 Porque si tú, que sabes estas cosas, te sientas a comer en un lugar dedicado a los ídolos, y algún hermano débil te ve, puede suceder que él se anime a comer de esa ofrenda hecha a un ídolo.
11 Y así tú, por tu conocimiento, haces que se pierda tu hermano débil, por quien Cristo también murió.
12 Al ofender la conciencia de los hermanos débiles en la fe, ofenden ustedes a Cristo mismo.